El ÚLTIMO TRAMO - Capítulo 10
Viernes 28 de mayo, p.m.
Serian las diez y media de la noche, cuando en la sierra
de Madrid, se producía un accidente de automóvil, a Victoria le fallaron los
frenos en su Audi–A8, en una zona de gran pendiente y para evitar el impacto
con otro coche que iba delante, dio un volantazo y lo hizo derrapar, perdiendo
el control del mismo, cayendo por un barranco y dando cinco vueltas de campana antes
de empotrase de frente contra un árbol. Como consecuencia del aparatoso
accidente, quedo inconsciente y con numerosas fracturas en todo su cuerpo. El
coche que iba delante lo vio todo. Continúo sin preocuparse lo más mínimo del accidente,
pero de pronto paró en un rellano y llamó a una furgoneta blanca que llegó en
15 minutos.
Eran dos hombres los que llegaron en la furgoneta, uno de
ellos cogió el localizador que le habían puesto al coche, una linterna y un
maletín. Bajó por el barranco con muchas dificultades, había mucha maleza,
además estaba todo muy oscuro y no se veía nada. Cuando llegó al vehículo
siniestrado abrió el maletín, cogió unos guantes de látex para no dejar
huellas, las puertas estaban bloqueadas a causa del fuerte golpe, con lo que
tuvo que romper el cristal lateral con un martillo de plástico, a continuación
le tocó el cuello a Victoria para saber si estaba viva o muerta. ¡Aun vivía!
pero tenía el pulso muy débil, por lo que tenía que darse prisa y pasar al plan
B. Metió una mano en el maletín y quito una jeringuilla, después con ayuda la
linterna, busco el brazo de ella y le dio un pinchazo. A los pocos segundos el
veneno se desplazaba por todo el cuerpo de Victoria, atacándole al corazón y
dejándola dormida para siempre.
Pablo Corleone, tardó diez minutos en llegar, abrió la
puerta y entró dentro de la furgoneta, donde estaba su compañero, vigilando la
carretera, por la cual no pasaban coches desde hacia media hora, le dijo que el
trabajo estaba bien hecho. Cristian González quitó los triángulos de averías,
limpio todas las huellas que habían dejado, subió al vehículo y al momento
apagó las luces de emergencias, encendió la furgoneta y salieron de allí tan
rápido como pudieron. Su trabajo era muy limpio y profesional y no podía
permitirse ningún descuido ni tampoco que la policía los descubriese haciendo
algo ilegal o que los investigase por cualquier otro motivo. Llevaban una vida
normal como cualquier otro ciudadano de la calle, estaban casados y con hijos
pero ni sus familias ni nadie podían saber de su doble vida. Tenían varias
empresas como tapaderas, con todo reglamentado, donde blanqueaban todo el
dinero que ganaban por asesinar a personas. Este trabajo lo realizaban no por
gusto, sino por los cuantiosos millones de euros que recibían del Tablero
Cuadrado, eran médicos profesionales, que tenían como misión quitar la vida a
los demás y todo por dinero.
Enrique Sanmartín
1 comentario:
Intriga...... Esperamos impacientes el siguiente episodio!
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