martes, 28 de febrero de 2012

SALA DE LECTURA

Capítulo - 3

José Luis Vázquez, vicepresidente primero de la Compañía de Seguros Troquel, se encontraba en su lujoso despacho, preparando unas cosas en su ordenador personal, lo cerró, cogió su maletín y guardó unas notas que había preparado, luego miró su agenda para saber que compromisos tenía para el lunes. Era un hombre muy meticuloso y nunca salía del trabajo sin antes atar bien los cabos.
Vázquez llamó a su secretaria a través del interfono. A los diez segundos estaba allí.
- Dígame, señor Vázquez.
Carmen era una joya, muy guapa, leal y organizada en todos los aspectos.
- ¿Tenemos algo pendiente para el lunes?-preguntó Vázquez- porque me marcho.
- Como el segundo y cuarto viernes de cada mes- dijo Carmen sonriente. Que tenga mucha suerte.
Se trataba de una partida de póker, a la cual asistía José Luis y Carmen era demasiado eficiente y observadora para que se le pasase inadvertida.
Lo cierto es que el presidente de la Compañía de Seguros, Daniel Cornejo, tuvo buen cuidado de decirle a la esposa de José Luis, lo del cuento de póker, porque sería un punto a su favor para escalar en la empresa, y además una buena coartada para pasar el día y la noche fuera de casa. El secreto que rodeaba el lugar de la partida, requería que solo pudiera comunicarse con él a través del “busca”.
- No tengo mucha suerte jugando a las cartas, si soy sincero, solo he ganado una vez- dijo José Luis muy sonriente. Supongo que el jefe me eligió a mí porque soy un pardillo.
José Luis cogió su bolsa de viaje y su maletín, salió de su despacho como hacia siempre que tenía esas reuniones, a las doce y cuarto de la mañana, para dirigirse al hotel Meridian, al lado del Santiago Bernabeu.
La organización se llamaba el Tablero Cuadrado y se dictaba por códigos de ajedrez, a José Luis le tocaba ser el alfil blanco, que tenía su peculiar significado, al ser un alto cargo de su compañía.
José Luis llegó a recepción, miró su reloj, aún faltaban cinco horas para producirse la reunión subió en ascensor a la habitación que tenía asignada, en este caso era la 501, tenía muy buena vista porque se veía todo el estadio, se quitó la chaqueta y la corbata. La habitación tenía salón y dormitorio, pero de pronto noto algo que lo puso en alerta. No estaba solo, de eso estaba seguro, dio tres pasos hacia el dormitorio y abrió la puerta.
-¿Hay alguien por ahí?
De pronto se encontró con una joven de veinticinco o veintiséis años, era mulata y se encontraba sentada en una silla, cepillándose el pelo por delante de un espejo, tenía facciones asiáticas, pechos firmes y bien puesto, y unas bonitas piernas. Llevaba pantalones de tergal negros y una camisa blanca.
-¿Quién es usted?- le preguntó José Luis.
Ella dejó lo que estaba haciendo y le dijo su nombre.
- Me llamo Victoria.
- Espere un momento que voy a hacer algunas preguntas al Jefe de Seguridad- le espetó José Luis con su mejor sonrisa.
La chica pertenecía a una de las mejores agencias de azafatas de Madrid, con lo cual, José Luis quedó plenamente satisfecho con las respuestas que le dijo el Jefe de Seguridad de la Organización, luego le pidió que le diera un masaje y la invitó a comer, también le rogó que le esperará hasta que él finalizará su reunión, lo pensó durante unos segundos, y accedió sin mayores problemas.

Enrique Sanmartín

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