miércoles, 31 de julio de 2013

ARTÍCULO DEL MES

Egipto al borde de la tragedia.

Situado al noreste del continente africano, Egipto es una nación de 85 millones de habitantes, posee una extensión   aproximada de un millón de kilómetros cuadrados; en principio no estaríamos hablando de un país superpoblado, si no fuera porque ese territorio es mayoritariamente desértico, mientras que su creciente población se concentra casi toda  en un área de 35.000 kilómetros cuadrados correspondientes al valle del Nilo y a su delta.

Así las cosas mientras que la población sigue aumentando a buen ritmo (no tardará mucho en alcanzar los cien millones), el territorio útil seguirá estancado o incluso en retroceso debido a la fuerte presión a la que se ve sometido por la masa humana en crecimiento. Este es un problema que comparten la mayoría de los países africanos, así como la totalidad de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo pertenecientes en su mayor parte (además de África), a centrosuramérica y Asia.

En mi opinión la superpoblación humana que se ha alcanzado durante el siglo veinte y lo que llevamos del veintiuno, es con diferencia el problema mayor que el homo sapiens tiene planteado en la actualidad, esta superpoblación está llevando a cabo una acción depredadora de todo tipo de recursos (alimenticios, energéticos, forestales y todo tipo de materias primas), y esto a pesar de las hambrunas periódicas, enfermedades que en no pocas ocasiones alcanzan la categoría de epidemia, desastres naturales, guerras etc. Los problemas que se derivan de lo dicho anteriormente son muchos y complejos, siendo quizás el más notorio el anunciado cambio climático, cuyas consecuencias no son bien conocidas, pero que en cualquier caso van a ser negativas sino catastróficas.

Volviendo a Egipto, cuna de una de las primeras grandes civilizaciones de la historia humana, puede convertirse próximamente en el escenario de una guerra civil si alguna de las partes en conflicto (gran parte de los mandos del ejército, y una parte de la población partidaria de políticas liberales, y por otro lado la población partidaria de políticas islamistas), no ceden en sus pretensiones de imponer sus respectivas ideologías; recordemos lo sucedido en Argelia durante la década de los noventa cuando los militares anularon unas elecciones democráticas que daban el triunfo al FIS (frente islámico de salvación), grupo de ideología islamista; dicha anulación causó una guerra civil encubierta que provocó miles de muertos. Ahora en Egipto se dan unas circunstancias parecidas, ya que los militares derrocaron al gobierno de los Hermanos musulmanes, que hace un año llegaron al poder después de unas elecciones democráticas. Las posturas están  muy radicalizadas y una guerra civil, abierta o encubierta sería lo peor que le puede suceder a los egipcios, recordemos que en la vecina Siria una guerra civil lleva desde hace dos años provocado la muerte de cien mil personas, además de millones de afectados (heridos, desplazados).
 
Esperemos que por esta vez los instintos más bajos de nuestra especie no triunfen en Egipto sobre la razón y la concordia.

Antonio Fernández 

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