CAPÍTULO 5:
Mientras se dirigían al ascensor y subían a la cuarta planta,
Enrique y Mónica hablaban del caso de Ricardo, el decía que lo podían haber
envenenado con ántrax y ella que se podía tratar de una nueva enfermedad, pero
que no sabia su diagnóstico.. Allí se encontraban todos los pacientes que
tenían algún tipo de cáncer y también
Manuel Ángel Lago y Ana Varela que eran miembros de su equipo.
Con ellos siempre hacia la ronda de visitas. Se encontraron por los pasillos a varias enfermeras y médicos atendiendo a los enfermos que lo necesitaban. Comenzaron la ronda por la habitación 416, donde había dos pacientes. Una se llamaba Isabel Serrano, le habían diagnosticado leucemia hacia casi un año y llevaba ingresada dos días a causa de una cena a base de pescado, había sentido molestias gastrointestinales que le habían provocado vómitos y diarrea, llegó totalmente deshidratada y sentía dolores abdominales.
Enrique ordenó que le hicieran todo tipo de pruebas y que le inyectaran suero intravenoso para rehidratarla. La otra paciente era una mujer de cuarenta y cuatro años, estaba, metida en la cama y esa mañana se encontraba muy animada porque el cáncer de mama que padecía se lo habían detectado a tiempo gracias a una revisión rutinaria de su empresa. Tenía un tumor en el pecho derecho y aunque estaba recibiendo tratamiento de quimioterapia, habían decidido operarla esa misma tarde para minimizar el riesgo de una metástasis.
Con ellos siempre hacia la ronda de visitas. Se encontraron por los pasillos a varias enfermeras y médicos atendiendo a los enfermos que lo necesitaban. Comenzaron la ronda por la habitación 416, donde había dos pacientes. Una se llamaba Isabel Serrano, le habían diagnosticado leucemia hacia casi un año y llevaba ingresada dos días a causa de una cena a base de pescado, había sentido molestias gastrointestinales que le habían provocado vómitos y diarrea, llegó totalmente deshidratada y sentía dolores abdominales.
Enrique ordenó que le hicieran todo tipo de pruebas y que le inyectaran suero intravenoso para rehidratarla. La otra paciente era una mujer de cuarenta y cuatro años, estaba, metida en la cama y esa mañana se encontraba muy animada porque el cáncer de mama que padecía se lo habían detectado a tiempo gracias a una revisión rutinaria de su empresa. Tenía un tumor en el pecho derecho y aunque estaba recibiendo tratamiento de quimioterapia, habían decidido operarla esa misma tarde para minimizar el riesgo de una metástasis.
Enrique
Sanmartín
2 comentarios:
Me gusta esta novela. Está muy bien.
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