jueves, 31 de enero de 2013

ARTÍCULO DEL MES


Malí

Situada al noroeste del continente, la República de Malí es una nación africana sin salida al mar; posee un territorio que abarca un área de 1.240.000 kilómetros cuadrados, su población es de trece millones de habitantes.

La mayor parte de dicha población se asienta al sur del país en la zona del Sahel, especialmente en el entorno de los ríos Níger y Senegal. El resto de su territorio (dos terceras partes), está ocupado por el desierto del Sahara, en el que tan solo vive un diez por ciento de su población.

La mayor parte de los habitantes de Malí viven de la agricultura y la ganadería en una economía de autoconsumo y subsistencia, cultivando arroz, maíz y pastoreando rebaños de ovejas, cabras y ganado vacuno; también existen plantaciones de algodón y tabaco que son destinadas en su mayor parte a la exportación. Su industria es muy pequeña, abarcando al sector textil y al procesamiento de productos alimenticios.

Los recursos minerales son escasos, destacando la producción de oro y la existencia potencial de uranio.

Los cada vez más frecuentes periodos de sequía y el aumento de su población están contribuyendo al agotamiento de su suelo más fértil, provocando periódicas hambrunas tal y como sucede en el resto de la región Saheliana.

Todo esto hacen de Malí una de las naciones más pobres de la tierra, no faltando por desgracia la guerra, guerra que en estas últimas semanas ha cobrado una nueva dimensión al intervenir en el conflicto de forma directa la ex potencia colonial francesa.

Malí se independizó de Francia al comenzar la década de los sesenta; Francia al igual que el resto de las potencias coloniales se repartieron el continente africano como si de una tarta se tratase con el fin de explotar sus recursos naturales y a sus habitantes (aunque como sucede siempre en estos casos los países invasores justificaron su política diciendo que iban a pacificar y modernizar los territorios que ocupaban con el fin de mejorar la calidad de vida de sus habitantes). Lo cierto es que trazaron fronteras contando tan solo con sus intereses y sin tener en cuenta la opinión de los grupos nativos. Este hecho dejó el caldo de cultivo para que los enfrentamientos entre los diferentes grupos étnicos se convirtiera en algo habitual desde que las nuevas naciones se independizaron; en las fronteras trazadas por los europeos fueron separados en naciones distintas grupos afines, mientras que en otras ocasiones fueron obligados a convivir dentro de una misma nación a etnias tradicionalmente enemigas.

Los Tuareg son un pueblo bereber de tradición nómada, tradicionalmente fueron un pueblo guerrero que asaltaba las caravanas que atravesaban sus territorios, fueron islamizados por los Árabes aunque conservan tradiciones culturales y religiosas propias. En la actualidad se calcula que son 1.200.000 de individuos que viven repartidos por Malí, Argelia, Libia, Níger o Burkina Faso, en la actualidad se dedican al comercio y al pastoreo. Los Tuareg de Mali no tienen buenas relaciones con las autoridades de Bamako (capital de Malí), luchando por su independencia, de hecho proclamaron el territorio independiente de Zawag, aunque sin el reconocimiento de ninguna otra entidad.

Pero los Tuareg no son los únicos que se oponen al gobierno de Bamako, existiendo grupos integristas musulmanes (Salafistas), que también luchan por convertir a Malí en un estado regido por la saria y el Corán.

Así las cosas, todo parece indicar que una vez más la guerra se ceba con una nación pobre, detrás de la misma hay intereses varios que desde luego no son los de la inmensa mayoría de la población de Malí que en último caso serán los principales sufridores de la misma.
 
Antonio Fernández

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