lunes, 30 de abril de 2012

SALA DE LECTURA

Capítulo - 4
Eran casi las nueve de la mañana, cuando Cristina Díaz llegaba a su despacho del hospital, era terapeuta ocupacional y se dedicaba a trabajar en los servicios de rehabilitación, tanto con niños como con los adultos.
También se encargaba de confeccionar férulas, adaptar sillas de ruedas y otras ayudas técnicas, además realizaba actividades de la vida cotidiana con todos sus pacientes. El primer paciente del día era Carlos Jiménez, se dirigió a su habitación con la cinta métrica en mano para tomar las mediciones necesarias de su pié, para confeccionarle una férula.
Cristina lo examinó y afortunadamente el paciente se encontraba muy bien de ánimo lo que facilitaba mucho su trabajo.
Carlos Jiménez, tenía una discapacidad física en las piernas, miro por la ventana, estaba solo en la habitación del hospital, al darse la vuelta noto la presencia de un ATS, con la bata blanca, que le estaba ajustando unos goteros que tenía puestos.
- Usted debe ser nuevo- dijo Jiménez.
- Si, pero no se preocupe, porque hace años que estoy desempeñando este trabajo.
Debía tener treinta y tantos años y le sonreía. A Carlos le pareció un hombre cordial y amable, no daba la impresión de ser uno de esos profesionales adustos y quemados.
- ¿Para qué es ese nuevo gotero?- preguntó Jiménez.
Todos los médicos le explicaban a Carlos que pruebas iban a realizarle, porque le gustaba enterarse de todo.
- Este nuevo gotero es para darle más vitaminas a su cuerpo- dijo el ATS mientras colocaba el gotero. Ha surgido un pequeño problema en su alimentación y hay que remediarlo cuanto antes.
- ¿Usted no debe ser de aquí?- dijo Carlos, que noto que el ATS tenía un ligero acento extranjero.
- Soy italiano, pero vivo en España desde hace quince años, le dijo el ATS mientras preparaba la aguja para ponerle el suero alimenticio.
Entonces Carlos se fijó en el nombre que llevaba puesto en una plaquita de plástico azul, Pablo Corleone, no pudo leer nada más porque la primera hoja estaba doblada hacia arriba. Le inyecto la aguja en el brazo derecho y el suero comenzó a entrar en sus venas sin mayores problemas.
- Buenos días, señor Jiménez- le dijo- Gracias por su colaboración.
A los pocos minutos de salir el ATS de la habitación, Carlos comenzó a encontrarse fatal, el pánico se apoderó de él, algo ocurría y algo muy grave, el aire de la habitación se hacia cada vez más irrespirable, trato de pedir auxilio, pero ya no pudo. Se le iba por momentos y no podía hacer nada, nada en absoluto para remediarlo. Quedo sumido en una negra e inmensa niebla hasta desaparecer por completo todo el pánico que sentía……Serían sobre las 14:00 horas.
Mientras tanto, en la sala de urgencias del hospital, dentro del box nº 6, el panorama era bastante negro para Ricardo Llanos, el equipo de Enrique había mandado hacer más pruebas, entre ellas estaban unos análisis de sangre, de orina y un escáner. Los análisis fueron mandados inmediatamente al laboratorio, los resultados confirmaron lo que ya sabían, metástasis aguda en todos sus órganos, y la causa era probablemente una exposición masiva a la radioactividad, en cuyo caso el protocolo del hospital indicaba que se extremaran todas las precauciones. Su mujer que se encontraba allí desde primera hora de la mañana, se hacía cada vez más preguntas, que por su puesto no tenían respuesta, al verlo en aquel cubículo, donde tenía la nariz y la boca intubadas, junto al techo el aparato de respiración asistida. La pantalla del monitor emitía destellos de su corazón, tan fuerte como siempre, Ricardo tenía los labios secos e hinchados, y los ojos cubiertos con gasas. Sufría tales convulsiones, que su cuerpo se estremecía hacia dentro y hacia fuera. Su diagnostico era muerte cerebral, así se lo había dicho Enrique a su esposa.

Enrique Sanmartín

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