LA ENTREVISTA DEL MES: Bego Celeiro Lolo, nuestra Trabajadora Social de Cogami Lugo

¿Para que sirve el trabajo social?

El trabajo social sirve para ayudar a las personas en:

- Acceso a los derechos y recursos para hacer frente a sus necesidades.

- Resolución de dificultades en las relaciones humanas.

- Desarrollo personal y social según sus capacidades.

- Promoción del cambio social.

Los trabajadores sociales somos agentes de cambio en la sociedad y en las vidas de las personas, familias y comunidades para las que trabajamos. Nuestra misión es la de facilitar que las personas desarrollen plenamente sus potencialidades, enriquezcan sus vidas y la prevención de las disfunciones, prestando apoyo para que se doten de herramientas y recursos que les permitan vivir con la mayor calidad de vida y bienestar posibles. Intervenimos en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno.

¿Cuántos años llevas trabajando en Cogami?

Trabajando propiamente llevo desde el año 2003, va a hacer siete años. Estaba vinculada a Cogami desde el año 1993, cuando esta entidad empieza su andadura aquí en Lugo; fui colaborando de manera informal en algunas cosillas en las que podía aportar algo, dentro de mis posibilidades, por mi experiencia y mi formación.

¿Dónde trabajaste antes de llegar a Cogami?

Trabajé 3 años en Cruz Roja de Vizcaya, fundamentalmente con personas inmigrantes y solicitantes de refugio y asilo, allí empecé con 21 años, era la “benjamina” de la casa en ese momento, fue una experiencia, impresionante, aprendí mucho de todas aquellas personas; luego regresé a la “terriña” y realicé mi labor durante aproximadamente 5 años en algún municipio pequeño de la zona rural de la montaña de Lugo (Navia de Suarna, As Nogais, A Fonsagrada), también fué algo muy valioso, las personas de estas zonas tienen algo especial, imagino que por el espacio y las condiciones de vida; luego formé parte del equipo de la residencia asistida de personas mayores de Castro Ribeiras do Lea, desde que empezó a estar habitada aquella gran casa, hasta el año 2003, que empecé en Cogami, las vivencias en este espacio, también son insustituibles, porque no es un lugar cualquiera, allí se suele venir para vivir los años que quedan de vida. Cuando me paro a reflexionar, sobre esto, agradezco mucho, por diferentes circunstancias de la vida, el no haberme estancado en un puesto de trabajo, esto me ha permitido enriquecerme mucho más, tanto a nivel personal como profesional.

¿Qué aspectos consideras más importantes de tu vida profesional?

Uno de los aspectos más importantes, sin duda, es la relación profesional, la que se establece con las personas a las que prestamos nuestro apoyo, esta suele ser, sin duda la base de todo, sobre la cual se va construyendo todo lo demás. Pero lo más importante es ver como las personas se van construyendo a sí mismas, van avanzando, superando obstáculos, …., con todo lo que tienen a su alrededor y como los apoyos les ayudan a conseguirlo.

¿Qué situaciones o anécdotas nos puedes contar a lo largo de tu vida profesional?

Hay muchos momentos vividos con las personas que dejan huella, algunos ocupan un lugar especial en el recuerdo, como por ejemplo:

· Cuando me encontré, una de las primeras tardes de trabajo de aquel verano, sola con un grupito de personas, también dos niñas preciosas, que habían dejado sus hogares muy lejos y no tenían donde dormir aquella misma noche.

· Cuando encontrábamos una nueva vivienda en la que aceptaban a personas inmigrantes; cuando aparecía un nuevo puesto de trabajo, cuando nos encontrábamos con personas acogedoras, no racistas; cuando …...

· Cuando ayudé a sus papás a inscribir a aquella niñita de “color café con leche muy oscuro”, que había nacido en esta tierra, en el Registro Civil de Bilbao.

· Cuando un tiempo después de haber enviado una cantidad de dinero a aquellas personas que vivían en aquel lugar lejano, en nombre de su familiar que ya no estaba aquí, recibo las muestras de inmensa gratitud.

· Cuando aquella viejecita menudita, de pelo blanco, que a pesar de sentirse sola, no quería ni contemplar la posibilidad de abandonar su casa, a sabiendas de que se hacía difícil continuar en ella, aún con todos los apoios y que cuando estabas ya casi en la puerta para salir, te decía: “non te vayas aínda, non teñas presa”.

· Cuando entré por primera vez en la vivienda recién reconstruída, que hacía un tiempo estaba ruinosa, en la que por fín podía vivir dignamente aquel hombre de rostro de arrugas profundas, que formaba parte de aquel paisaje de montaña.

· Cuando recibí a las primeras personas, con o sin familiares acompañándoles, que traían en sus maletas, sus preciadas pertenencias para pasar la última etapa de su vida en aquella casa grande, tan diferente de la suya.

· Cuando llegaba al lado de aquel chico que tenía tantas limitaciones físicas, pero con aquella capacidad tan grande para disfrutar hasta de la cosa más pequeña que tenía a su alcance y que nos daba una lección de “vida”.

· Cuando ese muchacho corpulento, de tez oscura, con ¡tanta capacidad!, viene por primera vez para participar en una actividad, después de un proceso largo para decidirse.

· Cuando regreso a mi labor y veo como por fín ese chico tan luchador y positivo, puede ir poniendo en marcha su proyecto de vida, gracias al apoyo de su asistente, sin tener que depender de sus familiares en todo momento.

Podríamos seguir, porque afortunadamente, me doy cuenta de que ¡son tantos los momentos vividos profundamente al lado de esas personas, que he ido encontrando en mi camino!, que tengo que dar gracias, gracias por esos momentos, por esas personas, por todo lo vivido y lo que nos queda por vivir.

Enrique Sanmartín y Nieves Gayoso