La herencia de mi
padre
Capitulo 1
Soy un anciano de setenta y cinco años, que esta solo, a
quien nadie quiere, enfermo de cáncer de pulmón que ya estaba extendido por
todo el cuerpo, pero con unas ganas de vivir enormes. Hasta el último día y
hasta la última hora voy a luchar por
vivir, pero él sabia que le quedaba poco tiempo.
Soy el propietario del grandioso edificio de cristal, donde
ahora me encuentro y del noventa por ciento de la empresa que, en los pisos
inferiores tiene su sede. Aquí trabajan mil personas y quince mil fuera. Era
una empresa que se dedicaba a construir gaseoductos, compañías eléctricas,
embalses, puentes, carretas, casas espectaculares y satélites. También soy el
dueño de minas de plata en Nevada, de plantaciones de café en Brasil, de minas
de carbón en Asturias y León, de explotaciones de gas natural en Irak y Arabia
Saudí, de pozos de petróleo en Indonesia y acero en China. Mi empresa es
propietaria de empresas que producen electricidad, fabrican ordenadores y se imprimen libros de
bolsillo.
Antes era dueño de
todos los juguetes: yates, jets privados, casas en España y en los Estados
Unidos, una isla en el pacifico e incluso un equipo de fútbol. Pero ya me hecho
demasiado viejo para los juguetes. Tengo un patrimonio valorado en quince mil
millones de euros. Pero el dinero no lo es todo y quizás sea la raíz de todos
mis males. Tengo dos familias, dos ex esposas que me dieron cinco hijos, y
hacen todo lo posible para desesperarme y atormentarme. Estoy enemistado y no
tengo relación alguna con mis ex esposas y todos mis hijos. Hoy todos se hallan
reunidos aquí, porque saben que me quedan tres meses de vida, o así piensan
ellos y ha llegado el momento de repartir el dinero.
Llevo mucho tiempo planeando este día. Mi edificio tiene 10
pisos, a cada cuál más lujoso, y situados alrededor de un patio trasero donde
antaño yo celebraba banquetes al aire libre. Vivo y trabajo en el decimo piso,
tiene mil metros cuadrados de opulencia que a muchos les parecerían obscenos,
pero que a mi no me molestan en
absoluto. He ganado hasta el último céntimo de la fortuna que poseo con mi
inteligencia, mi sudor y mi buena suerte, debería tener también el derecho de
regalar todo ese dinero a quién me diera la gana, pero me siguen. ¿Por qué debo
preocuparme por quién recibe el dinero? He hecho con él todo lo imaginable.
Sentado aquí en mi silla de ruedas, ya no se me ocurren más cosas que quiera
comprar, he estado en casi todos los países del mundo y he vivido toda clase de
aventuras. Estoy viejo y algo cansado de luchar por los demás, ahora solo me
queda una lucha intensiva contra el cáncer.
No me interesa quien reciba el dinero, pero me interesa
mucho quien no lo reciba. Diseñe personalmente todo este edificio, y por eso sé
exactamente donde colocar a cada uno de los participantes en esta ceremonia de
pacotilla. Para estas cosas la asistencia es masiva, están todos aquí,
esperando, pero les da todo igual, permanecerían en cueros en medio de un temporal
de nieve si fuera necesario.
Mi primera familia la constituyen Marta Gayoso y sus hijos,
dos de mis retoños. Nos casamos muy jóvenes, yo tenia veinticuatro años y ella
dieciocho. Llevo años sin verla y hoy a lo mejor no la veo. Estoy seguro de que
sigue interpretando el papel de malvada y abandonada, pero aun así me ha sido
fiel durante todos estos años, porque no ha vuelto a casarse.
Enrique Sanmartín
Enrique Sanmartín
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