CAPÍTULO 11:
Enrique y Mirta, salieron a cenar del
restaurante sobre la una de la madrugada, cogieron el coche, conducía Enrique y
los dos decidieron ir a un pub que estaba muy cerca de su casa. El pub era una
especie de taberna medieval inglesa, la barra era totalmente de madera, también
las sillas y las mesas, tenía unos diez cuadros pintados a mano de tamaño
pequeño del siglo XV y XVI, aquella noche no tenía mucha gente, se sentaron en
una mesa al lado de la barra. Enrique pidió un kas de limón y Mirta una
cerveza. La música era una mezcla entre pop-rock y salsa, se escuchaba bien
porque no estaba muy alta y se pusieron a charlar de sus cosas más de media
hora, de vez en cuando iban a bailar las canciones que más les gustaban a los
dos. Pidieron otras dos consumiciones, Enrique se levantó de su asiento, quitó
un billete de veinte euros y pagó, las tomaron tranquilamente y luego salieron
del pub. En seguida notaron que hacía frio, se metieron dentro del coche, lo
llevaron hasta el garaje que se encontraba debajo de su casa y subieron por el
ascensor hasta llegar a su piso.
Cuando llegaron, se fueron directamente a la
habitación, se pusieron cómodos y se metieron en la cama. Enrique la atrajo
hacia si y unieron sus labios mientras se estrechaban en un cálido abrazo e
hicieron el amor. Tras descansar un poco, repitieron, después se quedaron
dormidos. La luz de la mañana se filtraba por las ventanas de la casa, hasta
que Mirta decidió levantarse a las diez y cuarto, se duchó, puso la bata y se
dirigió a la cocina, encendió el televisor y preparó el desayuno para los dos,
un zumo de frutas y un café con leche con unas tostadas. Después le dijo a
Enrique que se iba a estudiar a un despacho que tenían al lado del salón,
Enrique le recordó que hoy iban a comer a casa de su hermana. Como todos los
sábados descansaba, podía hacer una excepción y levantarse un poco más tarde,
desayunaba y hacia la cama, después cogía una mopa y barría el dormitorio,
luego se metía en un pequeño gimnasio que había hecho él, donde hacía
bicicleta, remo y pesas, cuando terminaba siempre se duchaba y se vestía. Acabó
sobre las dos del mediodía y avisó a su mujer para que se vistiera. Salieron de
casa, hacía un día maravilloso y decidieron ir caminando. A los dos los estaban
siguiendo.
Enrique Sanmartín
1 comentario:
Esta historia cada vez está más intrigante. ¿Cómo acabará?..
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